GOTAS DE ESPERANZA
Se hallaba en la cárcel de Zaragoza, puesto ya en capilla, un asesino; y como un sacerdote le hablase de cosas santas, le interrumpió diciendo:
— ¡Ah, padre!, si en lugar de enseñarme en la escuela la doctrina cristiana me hubiesen enseñado el código penal, no me vería hoy en capilla y mañana en el palo.
— Pues yo te aseguro, hijo —repuso el padre—, que si hubieses recordado lo que dice la doctrina cristiana ni aun pusieras los pies en esta cárcel. ¿Sabes los mandamientos de Dios? .
— Sí, señor.
— Vamos a ver. .
— El primero, amar a Dios sobre todas las cosas. El segundo… El quinto, no mentir.
—¿Cómo? El quinto, no matar. ¿Lo ves? —repuso el sacerdote—; en la doctrina cristiana está todo, y los que. la saben y practican no han de temer cárceles, ni presidios, ni capillas, ni cadalsos.