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Sembrando Esperanza

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Lecturas del Martes de la 30ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,18-25):

Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un dia se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Cómo seguirá esperando uno aquello que ve? Cuando esperamos lo que no vemos, aguardamos con perseverancia.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6

R/. El Señor ha estado grande con nosotros

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R/.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R/.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R/.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R/.

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, Tú sabes cuánto me cuesta escuchar tu voz, y aún más entender lo que me quieres decir. Pero sé que no hay mejor momento de mi día que cuando estoy a solas contigo. Es aquí, en los momentos de silencio y soledad cuando me rebelas tu voluntad, dame la gracia de escuchar tu voz para poder llevarte a los demás.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 13, 18-21
En aquel tiempo, decía Jesús: «¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas». Y añadió: «¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta».

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

¿Cuántas lenguas hay en el mundo? ¿Cuántos idiomas existen? ¿Qué me motivaría para aprender un nuevo idioma? ¿Para qué sirve hablar diferentes idiomas? Muchas pueden ser las respuestas, pero creo que la mayoría estamos de acuerdo en que es para conocer nuevos lugares, pero sobre todo para poder hablar con más personas en el mundo y tener más conocimientos. Pues podemos hablar muchos idiomas, tener el don de aprender idiomas fácilmente, pero creo que el idioma más importante y por el que nos debemos esforzar cada día por aprender mejor es el idioma del amor, el idioma de Cristo. Y no es fácil, no vamos a alcanzar un nivel “A1” en poco tiempo y a través de un examen, es un idioma que vamos a descubrir cada día durante toda nuestra vida.

Podríamos decir que Jesús tiene un idioma para cada uno de nosotros, a cada uno nos habla de manera única pues nos creó de manera personal. Así como en aquel tiempo les hablaba sobre el grano de mostaza y la levadura, hoy Jesús nos habla en nuestra realidad porque para Él no hay tiempo ni espacio que lo limite. Pero depende de nosotros poder integrar en nuestra vida diaria, en lo que hacemos cada día, en lo que escuchamos en el ruido del mundo, con las comparaciones que Él quiere mostrarnos. Jesús nos habla, y creo que en eso todos estamos de acuerdo, a veces lo escuchamos más que otras veces, pero Él siempre está con nosotros y no solamente cuando hacemos un momento de oración sino en todo momento.

Busquemos tener siempre los oídos atentos a la voz del Señor, pero sobre todo tener el corazón abierto de par en par para recibir todas las gracias que Dios quiera darnos, para acoger su mensaje de amor con las manos abiertas, y poder, como María, contemplarlo en el corazón. Las palabras de Jesús nos son para asimilarlas solo con la cabeza sino, y principalmente, con el corazón. Dejemos que Jesús nos hable en nuestra vida ordinaria.

«Aun siendo la más pequeña de todas las semillas, está llena de vida y crece hasta hacerse “más alta que las demás hortalizas” (Mc 4, 32). Y así es el reino de Dios: una realidad humanamente pequeña y aparentemente irrelevante. Para entrar a formar parte de él es necesario ser pobres en el corazón; no confiar en las propias capacidades, sino en el poder del amor de Dios; no actuar para ser importantes ante los ojos del mundo, sino preciosos ante los ojos de Dios, que tiene predilección por los sencillos y humildes. Cuando vivimos así, a través de nosotros irrumpe la fuerza de Cristo y transforma lo que es pequeño y modesto en una realidad que fermenta toda la masa del mundo y de la historia». (S.S. Francisco, Angelus, 14 de junio de 2015).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Jesús sé que me hablas, sé que quieres decirme lo que tienes planeado para mi vida, pero a veces me dejo llevar por el ruido externo. Propongo buscar un momento al final de mi día para recoger los momentos en donde haya sentido que me hablabas al corazón.

 

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