Lecturas del Domingo 26º del Tiempo Ordinario – Ciclo B
Primera lectura
El Señor bajó en la nube y habló a Moisés; tomó parte del espíritu que había en él y se lo pasó a los setenta ancianos. Cuando el espíritu de Moisés se posó sobre ellos, comenzaron a profetizar, pero esto no volvió a repetirse. Dos de ellos se habían quedado en el campamento, uno se llamaba Eldad y otro Medad. Aunque estaban entre los elegidos, no habían acudido a la tienda. Pero el espíritu vino también sobre ellos y se pusieron a profetizar en el campamento.
Un muchacho corrió a decir a Moisés: «Eldad y Medad están profetizando en el campamento.»
Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino diciendo: «¡Señor mío, Moisés, prohíbeselo!»
Moisés replicó: «¿Tienes celos por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo profetizara y el Señor infundiera en todos su espíritu!»
Palabra de Dios
Salmo
R/. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R/.
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R/.
Aunque tu siervo vigila
para guardarlos con cuidado,
¿quién conoce sus faltas?
Absuélveme de lo que se me oculta. R/.
Preserva a tu siervo de la arrogancia,
para que no me domine:
así quedaré libre e inocente
del gran pecado. R/.
Segunda lectura
Vosotros los ricos, gemid y llorad ante las desgracias que se os avecinan. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos son pasto de la polilla. Vuestro oro y vuestra plata están oxidados y este óxido será un testimonio contra vosotros y corroerá vuestras carnes como fuego. ¿Para qué amontonar riquezas si estamos en los últimos días? Mirad, el jornal de los obreros que segaron vuestros campos y ha sido retenido por vosotros está clamando y los gritos de los segadores están llegando a oídos del Señor todopoderoso. En la tierra habéis vivido lujosamente y os habéis entregado al placer; con ello habéis engordado para el día de la matanza. Habéis condenado, habéis asesinado al inocente, y ya no os ofrece resistencia.
Palabra de Dios
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Quiero repetir las palabras de tus apóstoles Señor: “qué bien se está aquí”. Sé que cuando vengo a ti, cuando tengo un momento a solas contigo experimento paz en mi corazón, puedo ser yo mismo, tal como soy, sin máscaras. Señor, dame la gracia de pasar un momento cerca de ti, en medio de todo el ruido de mi vida.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 9, 38-43. 45. 47-48
En aquel tiempo, Juan le dijo a Jesús: “Hemos visto a uno que expulsa a los demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos”. Jesús le respondió: “No se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor.
Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua, por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa.
Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valdría que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar.
Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida eterna, que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrogado al lugar de castigo. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo: pues más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga«.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El Evangelio de hoy lo podemos relacionar de muchas maneras con nuestra vida diaria. A cada uno Cristo le habla de manera personal. Una de las actitudes que podemos encontrar en las palabras de Jesús es sobre la autenticidad, ser nosotros mismos y no vivir de cara a los demás. A veces podemos juzgar a los demás, pero en realidad estamos reflejando nuestra propia vida, lo que hay en nuestro interior que nos choca o molesta. Jesús acepta a todos por igual, bien sea que estemos a favor o en contra de Él, ¿entonces cómo podemos nosotros hacer esa división?
La palabra autenticidad puede tener muchos puntos desde donde la miremos, en el mundo actual cada uno decide sobre su propia vida y cualquier cosa que queramos hacer tenemos el derecho de hacerla, porque somos “libres”, nosotros decidimos lo que queremos. Y sí, Dios nos da la libertad pero dentro de esa libertad debemos encontrar no lo que queremos ser sino lo que estamos llamados a ser, y es ahí donde encontramos la verdadera plenitud de la vida, porque todos estamos llamados al amor, es decir, a Dios, porque Él es Amor.
Estamos llamados a vivir un amor auténtico, que no haya nada que limite sentirnos amados para poder amar, y si hay algo que me bloquea esta gracia de Dios, debemos quitarlo de nuestra vida, y esa es la radicalidad a la que nos invita el Evangelio de hoy. Ser auténtico es ser lo que Dios quiere que yo sea, y si hay algo en este mundo que no me permite entregarme por completo a esa vocación de amor es mejor arrancarlo de raíz que llevarlo arrastrando por el camino. No nos cansemos de buscar lo que cada día nos acerque más al reino de Dios, ahí en nuestra vida ordinaria, pero dando gloria a Dios a cada instante.
«Sin contemplación es fácil caer en un antropocentrismo desviado y soberbio, el “yo” en el centro de todo, que sobredimensiona nuestro papel de seres humanos y nos posiciona como dominadores absolutos de todas las criaturas. Una interpretación distorsionada de los textos bíblicos sobre la creación ha contribuido a esta visión equivocada, que lleva a explotar la tierra hasta el punto de asfixiarla. Explotar la creación: ese es el pecado. Creemos que estamos en el centro, pretendiendo que ocupamos el lugar de Dios; y así arruinamos la armonía del diseño de Dios. Nos convertimos en depredadores, olvidando nuestra vocación de custodios de la vida. Naturalmente, podemos y debemos trabajar la tierra para vivir y desarrollarnos. Pero el trabajo no es sinónimo de explotación, y siempre va acompañado de cuidados: arar y proteger, trabajar y cuidar… Esta es nuestra misión (cf. Gn 2,15). No podemos esperar seguir creciendo a nivel material, sin cuidar la casa común que nos acoge. Nuestros hermanos y hermanas más pobres y nuestra madre tierra gimen por el daño y la injusticia que hemos causado y reclaman otro rumbo. Reclaman de nosotros una conversión, un cambio de ruta: cuidar también de la tierra, de la creación». (Catequesis de S.S. Francisco, 16 de septiembre de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Jesús, qué difícil es renunciar a lo que estamos apegados, pero cuánta paz experimento cuando sé que estoy haciendo lo que Tú quieres que haga. Propongo hacer un mayor esfuerzo en renunciar a algo que me aleje de ti, cada día con mayor esfuerzo, para buscar agradarte más.