Lecturas del Miércoles 8 septiembre de la 23ª semana del Tiempo Ordinario
Primera lectura
Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria. En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría. Eso es lo que atrae el castigo de Dios sobre los desobedientes. Entre ellos andabais también vosotros, cuando vivíais de esa manera; ahora, en cambio, deshaceos de todo eso: ira, coraje, maldad, calumnias y groserías, ¡fuera de vuestra boca! No sigáis engañándoos unos a otros. Despojaos del hombre viejo, con sus obras, y revestíos del nuevo, que se va renovando como imagen de su Creador, hasta llegar a conocerlo. En este orden nuevo no hay distinción entre judíos y gentiles, circuncisos e incircuncisos, bárbaros y escitas, esclavos y libres, porque Cristo es la síntesis de todo y está en todos.
Palabra de Dios
Salmo
R/. El Señor es bueno con todos
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza. R/.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.
Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, vengo ante ti con el deseo de crecer como persona. Deseo estar en paz y vivir en libertad. Para eso acompáñame durante los siguientes minutos de mi meditación. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 1, 18-23
Cristo vino al mundo de la siguiente manera: estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.
Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En los últimos dos años, he crecido una devoción particular a San José. Es sobre la imagen del San José que duerme. ¿En qué consiste? Las preocupaciones, dudas, inquietudes y todo lo que te roba la paz se lo dejas en su bolsa o morral sobre el que duerme. Yo he escuchado que un amigo deja una nota debajo de esa imagen con sus proyectos, dudas, metas, miedos… Al final, son medios que ayudan para encontrar el camino hacia una vida más pacífica y amorosa, de crecimiento interior.
Por eso, la oración también podría ser entendida como un “sueño”, ¡Cuántas veces ayuda más rezar con los ojos cerrados! Se habla de dedicar un tiempo, tiempo en el que de alguna manera nos lleva a vivir otra realidad: la realidad de estar en comunión con Dios. Esas experiencias fuertes del sueño, por llamarlo de una manera, afectan a nuestro yo real desde el momento de levantarse. Es decir, influye en nuestro pensamiento e interior. Si duermes bien, descansas bien, y tu mañana corre sin tantas prisas y preocupaciones. Por tanto, después de la oración, ¿qué cambios hay en mis pensamientos y sentimientos? Si no los hay… es porque quizá no sabemos rezar.
La oración es platicar con Dios. ¡Qué dicha la nuestra como personas el poder comunicarse con el Creador!
«Yo quisiera decirles también una cosa personal. Yo quiero mucho a san José, porque es un hombre fuerte y de silencio y en mi escritorio tengo una imagen de san José durmiendo y durmiendo cuida a la Iglesia. Sí, puede hacerlo, lo sabemos. Y cuando tengo un problema, una dificultad, yo escribo un papelito y lo pongo debajo de san José, para que lo sueñe. Esto significa para que rece por ese problema. Otra consideración: levantarse con Jesús y María. Esos momentos preciosos de reposo, de descanso con el Señor en la oración, son momentos que quisiéramos tal vez prolongar. Pero, al igual que san José, una vez que hemos oído la voz de Dios, debemos despertar, levantarnos y actuar (cf. Rm 13,11). Como familia, debemos levantarnos y actuar. La fe no nos aleja del mundo, sino que nos introduce más profundamente en él. Esto es muy importante. Debemos adentrarnos en el mundo, pero con la fuerza de la oración. Cada uno de nosotros tiene un papel especial que desempeñar en la preparación de la venida del reino de Dios a nuestro mundo».
(Discurso de S.S. Francisco, 16 de enero de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hacer una comunion espiritual y rogar a San José por las almas del purgatorio.