Lecturas del Martes 3 Agosto 2021 de la 18ª semana del Tiempo Ordinario
Primera lectura
En aquellos días, María y Aarón hablaron contra Moisés, a causa la mujer cusita que había tomado por esposa.
Dijeron: «¿Ha hablado el Señor sólo a Moisés? ¿No nos ha hablado también a nosotros?»
El Señor lo oyó. Moisés era el hombre más sufrido del mundo.
El Señor habló de repente a Moisés, Aarón y María: «Salid los tres hacia la tienda del encuentro.»
Y los tres salieron. El Señor bajó en la columna de nube y se colocó a la entrada de la tienda, y llamó a Aarón y María.
Ellos se adelantaron, y el Señor dijo: «Escuchad mis palabras: Cuando hay entre vosotros un profeta del Señor, me doy a conocer a él en visión y le hablo en sueños; no así a mi siervo Moisés, el más fiel de todos mis siervos. A él le hablo cara a cara; en presencia y no adivinando, contempla la figura del Señor. ¿Cómo os habéis atrevido a hablar contra mi siervo Moisés?»
La ira del Señor se encendió contra ellos, y el Señor se marchó. Al apartarse la nube de la tienda, María tenía toda la piel descolorida, como nieve. Aarón se volvió y la vio con toda la piel descolorida.
Entonces Aarón dijo a Moisés: «Perdón, señor; no nos exijas cuentas del pecado que hemos cometido insensatamente. No la dejes a María como un aborto que sale del vientre, con la mitad de la carne comida.»
Moisés suplicó al Señor: «Por favor, cúrala.»
Palabra de Dios
Salmo
R/. Misericordia, Señor: hemos pecado
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente. R/.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, aquí estoy ante tu presencia; te ruego que aumentes mi fe, mi esperanza y mi caridad. Dame, por favor, la gracia de tener un verdadero e íntimo encuentro contigo en este día. Dame la gracia de escuchar tu voz y de hacer tu voluntad. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 14, 22-36
En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba él solo allí.
Entre tanto, la barca iba ya muy lejos de la costa y las olas la sacudían, porque el viento era contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron y decían: “¡Es un fantasma!” Y daban gritos de terror. Pero Jesús les dijo enseguida: “Tranquilícense y no teman. Soy yo”.
Entonces le dijo Pedro: “Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua”. Jesús le contestó: “Ven”. Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: “¡Sálvame, Señor!” Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”.
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca se postraron ante Jesús, diciendo: “Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios”.
Terminada la travesía, llegaron a Genesaret. Apenas lo reconocieron los habitantes de aquel lugar, pregonaron la noticia por toda la región y le trajeron a todos los enfermos. Le pedían que los dejara tocar siquiera el borde de su manto; y cuantos lo tocaron, quedaron curados.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús, siendo Dios, sabía que no necesitaba orar. Sin embargo, Él va y busca un momento para encontrase con su Padre celestial, aquel Padre que le ama tanto; y si Él lo hacía, cuánto más lo necesitamos nosotros. La oración no sólo es un momento para dejar todas las preocupaciones ante el Señor, sino también un momento de encuentro personal con un amigo, un momento para descansar después de un día fatigoso, un momento para hablar con alguien que te conoce, que te comprende, que te escucha y todo porque te ama.
Sigue el ejemplo del verdadero Maestro, aquel que te ha enseñado a rezar al Padre que está en los cielos, busca un momento para estar a solas con Él, y podrás ver cómo tu vida empieza a cambiar.
La oración, la relación con Dios es aquella que ayuda al hombre a confiar cada vez más en Él, para que no nos suceda lo que le pasó a Pedro en el Evangelio de hoy. Lo que hace que una amistad crezca es el tiempo compartido. ¿Quieres pasar tiempo con Dios?, ¿lo ves como a un amigo?
«Esta historia es una invitación a abandonarnos con confianza en Dios en todo momento de nuestra vida, especialmente en el momento de la prueba y la turbación. Cuando sentimos fuerte la duda y el miedo parece que nos hundimos, en los momentos difíciles de la vida, donde todo se vuelve oscuro, no tenemos que avergonzarnos de gritar, como Pedro: “Señor, sálvame!”. Llamar al corazón de Dios, al corazón de Jesús: “¡Señor, sálvame!”. ¡Es una bonita oración! Podemos repetirla muchas veces: “¡Señor, sálvame!”. Y el gesto de Jesús, que enseguida tiende su mano y agarra la de su amigo, debe ser contemplado durante mucho tiempo: Jesús es esto, Jesús hace esto, Jesús es la mano del Padre que nunca nos abandona; la mano fuerte y fiel del Padre, que quiere siempre y solo nuestro bien.»
(Ángelus de S.S. Francisco, 9 de agosto de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Señor Jesús, aquí estoy ante tu presencia. Sé que me amas, que me escuchas y que en este momento estás presente en mi vida. Dame, por favor, la gracia de confiar, de creer y amarte cada vez más. Ayúdame para que mi relación contigo y con nuestro Padre celestial crezca y se fortalezca cada vez más. Dame tu gracia, Señor, que eso me basta.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En esta semana buscaré al menos diez minutos cada día para encontrarme con Dios en la oración.