GOTAS DE ESPERANZA
Era el primero y único hijo de una piadosa señora. Antes de nada lo había consagrado al sagrado corazón de Jesús. Fue creciendo, y como tantas veces había oído decir a su madre que era el hijo del sagrado Corazón, él no se daba más que este nombre. Cuando se le preguntaba cómo se llamaba, respondía: «Soy el hijo del sagrado Corazón.»
Una tarde salió de paseo con su madre. Vio un jardín lleno de flores y pidió al dueño permiso para coger algunas para poder ofrecerlas al sagrado corazón de Jesús.
Las estaba cogiendo cuando se le presentó un señor y le dijo:
— ¿Para quién coges estas flores?
— Para mi sagrado Corazón — dijo el niño con simpático candor.
— ¿Cómo te llamas?
— Me llamo el niño del sagrado Corazón. ¡El hijo del sagrado Corazón!
— ¿Y quién es ese padre? —insistió el caballero.
— ¿Pero tú no le conoces?
— No le conozco.
El niño huyó aterrado en busca de su mamá.
— Mamá, aquel hombre no conoce al sagrado Corazón —dijo con las ojos llenos de lágrimas y temblando de miedo.
Su dedo señalaba al misterioso caballero, y de sus ojos corrían amargas lágrimas.