Lecturas del Lunes de la 10ª semana del Tiempo Ordinario
Primera lectura
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y el hermano Timoteo, a la Iglesia de Dios que está en Corinto y a todos los santos que residen en toda Acaya: os deseamos la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. ¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo! Él nos alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en cualquier lucha, repartiendo con ellos el ánimo que nosotros recibimos de Dios. Si los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, gracias a Cristo rebosa en proporción nuestro ánimo. Si nos toca luchar, es para vuestro aliento y salvación; si recibimos aliento, es para comunicaros un aliento con el que podáis aguantar los mismos sufrimientos que padecemos nosotros. Nos dais firmes motivos de esperanza, pues sabemos que si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo.
Palabra de Dios
Salmo
R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.
El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Dios, hoy me pongo en tu presencia, con la alegría de tener esta nueva oportunidad de compartir contigo, con la alegría de gozar un nuevo día y de maravillarme con todo aquello con lo que me bendices y me muestras tu amor. Te pido me des la gracia para estar atento, recibir y comprender tus inspiraciones y ser agradecido con todo y por todos.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 1-12
En aquel tiempo, cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Entonces se le acercaron sus discípulos. Enseguida comenzó a enseñarles, hablándoles así:
«Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque serán consolados. Dichosos los sufridos, porque heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía. Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos, puesto que de la misma manera persiguieron a los profetas que vivieron antes que ustedes».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Alguna vez oí decir de un amigo que sentía cierta impotencia y algunos sentimientos encontrados al escuchar la vida de algunos santos, puesto que estaban llenas de sufrimientos y sacrificios. Esta persona se preguntaba, por qué simplemente Dios no nos permite vivir «felices», o por qué para llegar al cielo tenemos que sufrir. Sus palabras no reflejaban un deseo banal o un mero capricho, esta persona, aparte de que sufría por una situación personal, sufría, también, con el hecho de no encontrarle sentido a todo aquello por lo que pasaba.
Cuando Cristo se encarnó por amor a nosotros, no lo hizo precisamente pensando en acabar con la pobreza y el sufrimiento del mundo (va más allá), de hecho, Él, también experimentó estas realidades temporales, y cuando miramos con detenimiento sus palabras en este pasaje, podemos encontrar (entre muchas otras cosas), un mensaje de paz y comprensión de parte de Él. Nos anima y nos invita a pensar como pensaría Dios, nos muestra un camino de amor que es personal, pero también, que se vive con el prójimo para sobrellevar y hacer frente a las situaciones difíciles que forman parte de nuestras vidas.
Cristo, en la cruz, redimió el sufrimiento y le dio un sentido. Él no sufrió en vano, nos muestra que, cuando llevamos nuestro dolor a Dios, y lo aceptamos y lo vemos como un medio para encontrarlo y acercarnos a Él, para aprender y crecer personal y espiritualmente, todo adquiere un tono diferente, y aquello que una vez nos prometió frente a esta multitud, se verá cumplido aquí en la tierra según su voluntad.
«Acordarse de nuestro destino común puede ayudarnos a llevar una vida más atenta a quien es más pobre y no ha tenido las mismas posibilidades que nosotros. Existe también una segunda interpretación, que evidencia más bien el propósito, el objetivo hacia el que cada uno tiende. Es el fin de nuestra vida que requiere un proyecto a realizar y un camino a recorrer sin cansarse. Y bien, la finalidad de cada una de nuestras acciones no puede ser otra que el amor. Este es el objetivo hacia el que nos dirigimos y nada debe distraernos de él. Este amor es compartir, es dedicación y servicio, pero comienza con el descubrimiento de que nosotros somos los primeros amados y movidos al amor. Este fin aparece en el momento en que el niño se encuentra con la sonrisa de la madre y se siente amado por el hecho mismo de existir. Incluso una sonrisa que compartimos con el pobre es una fuente de amor y nos permite vivir en la alegría. La mano tendida, entonces, siempre puede enriquecerse con la sonrisa de quien no hace pesar su presencia y la ayuda que ofrece, sino que sólo se alegra de vivir según el estilo de los discípulos de Cristo.»
(Mensajede S.S. Francisco, 15 de noviembre de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
El tiempo de Dios es perfecto y preciso, hagamos nuestro diálogo con Cristo, no exigiendo una respuesta inmediata, pero sí con la confianza de ser escuchados.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy en mi examen de conciencia o delante del sagrario, analizaré qué me cuesta o me causa sufrimiento en mi vida; miraré a Cristo y con esto en mis manos, se lo entregaré y le pediré que me dé la gracia para entender qué quiere con ello en mi vida y tener la seguridad que Él me acompaña, que nunca me ha dejado y nunca me dejará.