GOTAS DE ESPERANZA
Decía un maestro laico a los niños de su escuela, que el alma no es más que la sangre. Para convencerlos de ello sacó una gota de sangre del rapaz más valeroso, que prestó su brazo para hacer el experimento, y luego preguntó:
— Si en lugar de sacarte una gota de sangre te la saco toda, ¿vivirás?
— No, señor.
—¿Morirás?
—Sí, señor —respondió el muchacho.
—¿Entiendes, pues, ahora cómo la sangre es el alma que da la vida al cuerpo?
— No, señor —le dijo el pequeño, que era más ladino que el maestro.
— ¿Por qué dices que no?
— Porque, aunque a los cerdos los maten sacándoles la sangre, los hombres también se mueren con toda la sangre en el cuerpo.
No supo qué replicar el laico al reparo del chiquillo, pero le negó el premio que le había prometido, alegando que no había respondido bien.