CELO APOSTOLICO
Hemos sido tomados de entre los hombres, y seguimos siendo los mismos, como pobres servidores, pero nuestra misión de sacerdotes del nuevo testamento es sublime e indispensable: Es la misión de Cristo, el único mediador y santificador, hasta tal punto que exige una consagración total de nuestra vida y de nuestro ser. Jamás la Iglesia podrá decidirse a carecer de sacerdotes, de santos sacerdotes. Em la medida que alcanza mayor madurez el Pueblo de Dios, en la medida que las familias cristianas y los laicos cristianos asumen en un más amplio nivel su puesto en sus múltiples compromisos de apostolado, mayor necesidad tienen de sacerdotes, que sean plenamente sacerdotes, precisamente por la vitalidad de su vida cristiana. Y en otro sentido, cuanto más descristianizado es el mundo o carece de madurez en su fe, tiene mayor necesidad de sacerdotes que estén totalmente consagrados a dar testimonio de la plenitud del ministerio de Jesucristo. He aquí la seguridad que debe sostener nuestro propio celo sacerdotal; he aquí la perspectiva que debe incitarnos a estimular con todas nuestras fuerzas, por medio de la oración, el testimonio, la vocación y la formación, las vocaciones de sacerdotes y diáconos. (Notre Dame Paris. 30-5-80)