Lecturas del Martes 2 Marzo de la 2ª semana de Cuaresma
Primera lectura
OÍD la palabra del Señor,
príncipes de Sodoma,
escucha la enseñanza de nuestro Dios,
pueblo de Gomorra.
«Lavaos, purificaos, apartad de mi vista
vuestras malas acciones.
Dejad de hacer el mal,
aprended a hacer el bien.
Buscad la justicia,
socorred al oprimido,
proteged el derecho del huérfano,
defended a la viuda.
Venid entonces, y discutiremos
—dice el Señor—.
Aunque vuestros pecados sean como escarlata,
quedarán blancos como nieve;
aunque sean rojos como la púrpura,
quedarán como lana.
Si sabéis obedecer,
comeréis de los frutos de la tierra;
si rehusáis y os rebeláis,
os devorará la espada
—ha hablado la boca del Señor—».
Palabra de Dios
Salmo
R/. Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios
V/. No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños. R/.
V/. ¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos? R/.
V/. Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios». R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Creo, Señor, pero aumenta mi fe; confió en Ti, Señor, fortalece mi esperanza; te amo, Señor, ayúdame a amarte cada vez más. Haz, Señor, que viva y muera en tu santa presencia; que duerma y me levante siempre en tu santa voluntad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 25, 31-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a lo unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme’. Los justos le contestarán entonces: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?’ Y el rey les dirá: ‘Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron’.
Entonces dirá también a los de la izquierda: ‘Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron’.
Entonces ellos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?’ Y él les replicará: ‘Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo’. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Silencio escucho, en silencio me enseñas a contemplar, y yo sé que ni de noche ni de día tu Amor y tu guía me faltarán, ahí, siempre ahí para mí estarás, con los brazos extendidos y una sonrisa sin igual.
Quiero amarte Señor, tu Voluntad escuchar y solo tu Amor cantar. ¡Despierta, alma mía! Canta a Aquél que desde siempre te pensó y en sus brazos te tomó. ¡Canta, canta, canta sin cesar! Sal de tu letargo y ponte a trabajar; restablece, oh, Señor, el orden original, alma sobre cuerpo, todo bien sobre el mal. ¡Abre ya tus ojos!, es hora de despertar; levántate sin tardar que tu Dios pronto a tu puerta tocará, y si no tú, ¿entonces quién le abrirá?, ¿la muerte quizás? Deja ya tu letargo de tranquilidad. ¡Álzate y deja tu luz brillar! ¿Hasta cuándo, oh querida, más mediocridad? Ama sin par, brilla sin igual, levanta tus ojos al Creador y gózate solo en su amor y misericordia.
Cíñete tus vestidos y prepárate a batallar, ya tu Señor se acerca y te ha querido convocar ¡Pronto le verás! Y ante sus ojos, ¿qué decir o qué callar? Deja su Luz en ti brillar. Fugaz es esta vida y la muerte como soberbio vendaval, todo arrastra, todo arrasa… excepto el alma, que ante Dios se presentará. Finalmente… solo alma, solo Dios y la Luz que dejaste en ti brillar.
«Los que se reconocen en la fe cristiana están llamados a realizar su servicio en el espíritu de las palabras de Jesús: “Todo lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”. Aquí se encuentra el fundamento evangélico del servicio a los demás. Así, los enfermos y los que sufren se convierten para los que tienen fe en signos vivos de la presencia de Cristo, el Hijo de Dios, que vino a sanar y a curar, asumiendo sobre sí nuestra fragilidad, nuestra debilidad. Cuidar del hermano que sufre significará, en este sentido, hacer sitio al Señor. De los lugares de curación y dolor también viene un mensaje para la vida de todos; una gran lección que ninguna otra cátedra puede impartir. Efectivamente, el hombre que sufre, comprende mejor la necesidad y el valor del don divino de la redención y de la fe, y ayuda también a los que están cerca de él a apreciar y buscar este don.» «Es toda la Iglesia en fidelidad a la misión recibida de Cristo, la que está llamada a actuar permanentemente la misericordia de Dios en favor de los más vulnerables y desamparados en quienes está presente Jesús mismo. Vamos a ser juzgados sobre esto.»
(Discurso de S.S. Francisco, 1 de febrero de 2020 y 8 de noviembre de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En este día haré una obra de misericordia (corporal o espiritual), sabiendo que en mi prójimo se esconde nuestro Señor, y que es precisamente a Él a quien se lo estoy haciendo.