GOTAS DE ESPERANZA
San Agustín fue un gran pecador antes de ser un gran santo. A los 15 años de edad era ya un vicioso; a los 18, un libertino; a los 20, un canalla…
Movido por los remordimientos y las lágrimas de su madre, resolvió cambiar de vida. Él mismo nos cuenta su lucha entre la gracia y el pecado. He aquí algunas frases de su vida:
— «Agustín —le decían los malos hábitos —, ¿nunca podrás detenerte en un deseo sensual?» — «¡Jamás!», contestaba él. «¿Jamás podrás dejarte llevar de tu soberbia?»
«¡Jamás!» «¿Jamás podrás buscar tu gloria vana?» « ¡Jamás!» «¿Renunciarás a tus amistades frívolas, a las fiestas mundanas y a las paganas solemnidades?» «¡Sí!» «¿Siempre en el camino estrecho de la ley de Dios?» « ¡Siempre!» «¿Sin desviarte nunca?» «Sin desviarme nunca ni un punto.»