TU ERES LA CAUSA DE TODO III PARTE
De cuatro manera suele presentarse la arrogancia: primero, cuando cada uno cree que lo bueno nace exclusivamente de sí mismo; cuando cree que la gracia ha sido alcanzada por los propios méritos; cuando se jacta uno de tener lo que no tiene; y cuando se desprecia a los demás queriendo aparentar como se tiene lo que aquellos desean; así el fariseo de la parábola se atribuye a si mismo los méritos de sus buenas obras. (S. Gregrorio Magno, en Catena Aurea, Vol. VI,p.299).
Al no conocerse rectamente, los malos no se aman en verdad a sí mismos, sino que aman lo que creen que son. (S. Tomás, Suma Teológica, 2-2,q.25,a.7).
La doctrina de la verdad abandona a las almas soberbias. (S. Gregorio Magno, Hom.20 sobre los Evangelios).
Cuanto más vacíos estamos de la hinchazón de la soberbia, más llenos estamos de amor. (S. Agustín, Trat. sobre la Trinidad 8).
Entre soberbios hay siempre contiendas, (Prov. 13,10); pues quien tiene un elevado concepto de sí mismo y menosprecia al prójimo no puede soportar los fallos de éste. (S. Tomás, Sermón 46, sobre los pastores).
(Una forma de soberbia): el desprecio a los demás, con ansia de que todos nos miren a nosotros. (S. Tomás, Suma Teológica, 2-2,q.162,a.4).
Somos tan presuntuosos que quisiéramos ser conocidos por toda la tierra y aún de gentes que vendrán cuando nosotros no existamos; y somos tan vanos que la estima de cinco a seis personas que nos rodean nos divierte y nos encanta. (Pascal).
