TU ERES LA CAUSA DE TODO
Nunca te quejes de nada ni de nadie, porque tú, únicamente tú eres la causa de todo. Tú eres la causa de todo lo que te acongoja, como eres también la causa de tu escases, de tu situación, de tus dificultades, de tus desdichas. La causa de todo eres tú, el chambón, el pesado, el torpe, el apasionado, el ignorante, el vicioso, el atarantado.
Aplicaos el estudio con gran celo. Recordad que, aún entre los adultos, el hombre que siempre está dispuesto aprender, es importante, mientras que el que cree que ya lo sabe todo, está en realidad poseído de si mismo y por tanto vacío de los grandes valores que verdaderamente enriquecen la vida. ( Juan Pablo II)
Aún en las buenas acciones carecen de valor cuando no están sazonadas por la virtud de la humildad, dice S. Gregorio Magno. Las más grandes, practicadas con soberbia, en vez de ensalzar rebajan. El que acopia virtudes sin humildad, arroja polvo al viento, y donde parece que obra provechosamente, allí incurre en la más lastimosa ceguera.
Si me preguntas que es lo más esencial en la religión y en la disciplina de Jesucristo, os responderé: Lo primero es la humildad, y lo segundo la humildad, y lo tercero la humildad. (San Agustín)
La soberbia tiene tantas manifestaciones como la vida misma. Sin embargo, S. Tomás, siguiendo a San Gregorio, señala cuatro formas principales de soberbia: atribuirse a si mismo los bienes que se han recibido de Dios; creer que los hemos recibido en atención a nuestros propios méritos; presumir de bienes que no se poseen en absoluto o, al menos, no en tanto grado; y desear exclusivamente el propio brillo, con desprecio de los demás.