Lecturas del San Simón y San Judas, apóstoles
Primera lectura
Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.
Palabra de Dios
Salmo
R/. A toda la tierra alcanza su pregón
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R/.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, ayúdame a conocerte cada vez más y así solamente mostrarte a los demás.
Evangelio
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 12-19
Por aquellos días, Jesús se retiró al monte a orar y se pasó la noche en oración con Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, eligió a doce de entre ellos y les dio el nombre de apóstoles. Eran Simón, a quien llamó Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y Juan; Felipe y Bartolomé; Mateo y Tomás; Santiago, el hijo de Alfeo, y Simón, llamado el Fanático; Judas, el hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Al bajar del monte con sus discípulos y sus apóstoles, se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y Jerusalén, como de la costa, de Tiro y de Sidón. Habían venido a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; y los que eran atormentados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Ser reconocido por quien soy o alabado por lo que hago es un deseo natural que tenemos. En algunas ocasiones, al finalizar algo, podemos tener el deseo de ser felicitados, de ser reconocidos por todos, pero en el caso de los apóstoles la cosa es algo diferente. En Evangelio de hoy podemos ver la paradoja de la misión del cristiano.
Hoy vemos como Cristo llama a sus apóstoles, solo doce de todos sus discípulos; solo doce son llamados a estar de un modo especial con el Señor y todos los demás lo saben, todos los demás, incluso, lo reconocen. Pero prácticamente de inmediato vemos en el Evangelio que Cristo baja del monte con todos y se detiene en el llano para estar con las personas, y encontramos frases que nos muestran que las personas solamente venían por Jesús, que solamente quería tocarlo a Él. Pareciera que ser recientemente nombrado como uno de los doce no tiene importancia o quizás es que nadie, realmente, reconoce lo importante de ser uno de los apóstoles.
Pero lo que vemos en realidad es el reflejo de lo que es ser un verdadero apóstol. Un verdadero apóstol no busca ser reconocido, no busca que las personas le vean y vayan hacia él; un verdadero apóstol solo hace lo que debe hacer para que las personas vean a Cristo, que vengan a él porque han oído hablar de Jesús, que vayan a la misa porque desean tocar a Cristo, no por mí, no por nosotros. La paradoja de la misión de cristiano es que solamente sé si mi trabajo va bien cuando los demás solamente ven a Cristo.
Aunque el deseo de ser reconocidos por lo que hacemos es natural en nosotros, no podemos dejar que nos aparte de nuestra misión, que es mostrar a Cristo. Seamos verdaderos apóstoles y mostremos al Señor; que nuestra misión solamente sea para mostrar el corazón de Cristo, que en nuestro día a día mostremos al Señor.
«No hemos estado en el Monte Tabor, no hemos visto con nuestros propios ojos el rostro de Jesús brillando como el sol. Sin embargo, a nosotros también se nos ha dado la Palabra de salvación, se nos ha dado fe y hemos experimentado la alegría de encontrarnos con Jesús de diferentes maneras. Jesús también nos dice: “Levantaos, no tengáis miedo”. En este mundo, marcado por el egoísmo y la codicia, la luz de Dios se oscurece por las preocupaciones de la vida cotidiana. A menudo decimos: no tengo tiempo para rezar, no puedo hacer un servicio en la parroquia, responder a las peticiones de los demás… Pero no debemos olvidar que el Bautismo que recibimos nos hizo testigos, no por nuestra capacidad, sino por el don del Espíritu.»
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de marzo de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Realizar un acto de caridad en secreto (para que nadie me vea) con la intención de solamente mostrar a Cristo.