GOTAS DE ESPERANZA
Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, tras asistir a un homenaje que les tributaron en un pueblo de Andalucía, llegaron a una hora muy avanzada, agobiados por el cansancio y el caluroso clima de agosto, a la habitación de la fonda.
Dos camas en un solo cuarto, como en la fraternal pareja era de rigor. Y uno solo de los lechos protegido con amplia gasa contra los mosquitos, la plaga estival andaluza.
— Oye, Joaquín —dice Serafín a la primera ojeada—: a tu cama no le han puesto mosquitero.
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