ROGAR Y CANTAR A MARIA
Por lo mismo, no quiero llamar «Madre» a ninguna otra en la me rehúso a tener otra fuera de ti, Madre de Dios. No hay otra que pueda compararse contigo, por virtud, por belleza, por caridad y mansedumbre, por piedad y dulzura, por fidelidad y consuelo maternal, por misericordia y por tantos gestos de compasión.
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