GOTAS DE ESPERANZA
Monseñor Dupuy, obispo de Argel, fue llamado un día a. visitar a una enfermita pobre que hacía meses guardaba cama consumida por la fiebre de una horrible
úlcera en el pecho.
— Hija mía —le dijo el prelado—, ¿cómo puedes aguantar tan terribles dolores?
— Mirad, señor: —contestó la enfermita señalando un ventanuco entreabierto—. Este trocito de cielo que desde aquí se ve me da fuerzas y consuelo.
Cuando pases alguna desgracia, levanta tus ojos al cielo. La esperanza del premio eterno te dará fortaleza y resignación.
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