GOTAS DE ESPERANZA
Un militar se hallaba sentado con varios amigos a la mesa de un café. En una mesa contigua había seis mozalbetes, uno de los cuales, tísico, alardeaba de un valor que contrastaba con su exterior enclenque. Se puso a blasfemar, con desfachatez, de un modo asqueroso. El militar, no pudiendo oír más a aquel imbécil, se levantó y, dirigiéndose al blasfemo con aire amenazador, le dijo:
— No puedo resistir más: si usted no se reporta, voy a arrancarle la lengua.
Quiso defenderse el pollito, a lo que el militar replicó:
— ¡Títere! ¿Quién es usted para injuriar a Dios? Sepa usted que Dios es mi padre; y ante un hijo no se insulta a su padre. Y si Dios le aguanta por no quitar la vida a un tísico, yo no le aguanto. Injúrieme usted a mí y puede ser que le desprecie, pero en mi presencia guárdese usted de hablar mal de mi padre, porque esa injuria no la sufro.
Se marchó de la vista del católico militar el desgraciado blasfemo, y es de suponer que, desde entonces, cuando le venían ganas de hacer el pollito miraba antes si había ,algún militar a la vista.
