GOTAS DE ESPERANZA
En cierta ocasión, san Pío X lamentaba en presencia de alguien, cuando era coadjutor de Tombolo, el que tantos jóvenes del pueblo en su presencia no supieran leer ni escribir, ignorancia que les cerraba el paso a muchos tratos ventajosos.
— Fundaremos una escuela nocturna —propuso el santo—. La dividiremos en dos grupos: un maestro nacional atenderá a los que más saben y yo acogeré a los analfabetos, que son los que dan más trabajo.
A los jóvenes les encantó la idea, pero entre dientes apuntaron la dificultad: ¿Cómo la pagarían?
El santo respondió:
— No os preocupéis. La paga consistirá en que os abstengáis de blasfemar.
A medida que la inteligencia de los tombolanos se abría a nuevos horizontes, su corazón se abría a la luz de la vida sobrenatural.