Lecturas del 4 de Enero. Feria de Navidad
Primera lectura
Hijos míos, que nadie os engañe. Quien obra la justicia es justo, como él es justo. Quien comete el pecado es del diablo, pues el diablo peca desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo. Todo el que ha nacido de Dios no comete pecado, porque su germen permanece en él, y no puede pecar, porque ha nacido de Dios. En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.
Palabra de Dios
Salmo
R/. Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes. R/.
Al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, dame la gracia de poder imitarte, que todo lo que haga sea como lo haces Tú. Que con mi testimonio de vida, pueda edificar a los que me rodean y llevarlos siempre a ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 1, 35-42
En aquel tiempo, estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos, y fijando los ojos en Jesús, que pasaba, dijo: “Este es el Cordero de Dios”. Los dos discípulos, al oír estas palabras, siguieron a Jesús. Él se volvió hacia ellos, y viendo que lo seguían, les preguntó: “¿Qué buscan?”. Ellos le contestaron: “¿Dónde vives, Rabí?” (Rabí significa ‘maestro’). Él les dijo: “Vengan a ver”. Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Eran como las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron lo que Juan el Bautista decía y siguieron a Jesús. El primero a quien encontró Andrés, fue a su hermano Simón, y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías” (que quiere decir ‘el Ungido’). Lo llevó a donde estaba Jesús y éste, fijando en él la mirada, le dijo: “Tú eres Simón, hijo de Juan. Tú te llamarás Kefás” (que significa Pedro, es decir, ‘roca’).
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Dicen que “Las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra”, y lo vemos muy claramente en este Evangelio. La misión de Juan, era llevar a todos los que lo rodean, a Cristo. Era dar testimonio de la verdad. Esta misión la realizó al inicio de palabra, pero tomó más efecto cuando la hizo vida; cuando con su testimonio pudo llevar a sus discípulos, al verdadero maestro. Él era consciente de que todo lo que hacía tenía un efecto en los demás.
Seamos conscientes de que todo lo que hacemos, deja huella en los demás. No debemos de ser indiferentes con nuestros actos, debemos de ser conscientes de que todo lo que hagamos edifica o destruye a los que nos rodean. Pero no debemos actuar para que los demás digan que somos unos tipazos, unos líderes, unos santos; debemos actuar para que en nosotros vean a Dios mismo. Actuar desinteresadamente, sólo por amor a Dios.
Nuestro testimonio, al dejar una huella en los demás, no permanece solamente en esa persona; sino que ella podrá también dar testimonio de aquello que vio y escuchó. El testimonio, sea bueno o malo, tiene efecto dominó.
«Ese es el secreto, queridos amigos, que todos estamos llamados a experimentar. Dios espera algo de ti. ¿Lo habéis entendido? Dios quiere algo de ti, Dios te espera a ti. Dios viene a romper nuestras clausuras, viene a abrir las puertas de nuestras vidas, de nuestras visiones, de nuestras miradas. Dios viene a abrir todo aquello que te encierra. Te está invitando a soñar, te quiere hacer ver que el mundo contigo puede ser distinto. Eso sí, si tú no pones lo mejor de ti, el mundo no será distinto. Es un reto».
(Homilía de S.S. Francisco, 30 de julio de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Haré una visita al Santísimo, pidiéndole la gracia de ser un fiel imitador suyo y trataré de vivir este día siendo consciente de que mis actos dejan huella.