. San Juan Bosco dijo un día a uno, de sus jóvenes:
— ¿Quieres ayudarme a hacer una cosa?
El joven respondió, contento:
— ¡Ya lo creo; con mucho gusto!
Don Bosco se inclinó entonces hacia él y murmuró a su oído:
— Ayúdame a salvar tu alma.
El joven se quedó pensativo y preguntó:
— ¿De qué modo puedo ayudarle, padre mío?
— Con tu buena voluntad —repuso el santo.
He aquí el único medio para salvar mi alma. En efecto, el que me creó sin mí no me salvará sin mí.
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