SANTIDAD
Un actor de teatro estaba declamando una obra de Shakespeare. Cuando acabó el público ovacionó ruidosamente. El artista pidió al público si alguien quería que recitase algo. Un sacerdote que estaba atrás le pidió el salmo 23: «El señor es mi pastor». ‑Sólo con la condición de que él luego lo declame también. Se aceptó el reto. El público aplaudió mucho tiempo al artista. Después lo hizo el sacerdote, cuando terminó nadie aplaudió. Hubo un profundo silencio y alguna lágrima. ‑ Señores, exclamó el artista, existe una gran diferencia entre él y yo. Yo conozco el salmo, él conoce al pastor.
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