RESPETO HUMANO
Una de las muchas anécdotas que se atribuyen a Federico el Grande es la siguiente:
Pasaba revista el soberano, en las inmediaciones de Berlín, a un cuerpo de ejército, cuando uno de sus ayudantes de mayor confianza le hizo notar la gran muchedumbre que a su paso se descubría respetuosamente.
– Quisiera saber -comentó el oficial- de qué se mantiene tanta gente.
– Yo te lo diré -contestó el monarca sin vacilar-: viven de engañarse unos a otros y todos de engañarme a mí.
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