Lecturas del Sábado de la 6ª semana del Tiempo Ordinario
Primera lectura
Sois demasiados los que pretendéis ser maestros, y tened por cierto que nuestra sentencia será más severa. Todos faltamos a menudo, y si hay uno que no falta en el hablar es un hombre perfecto, capaz de tener a raya a su persona entera. A los caballos les ponemos el bocado para que nos obedezcan, y así dirigimos a todo el animal; fijaos también en los barcos: por grandes que sean y por recio que sople el viento, se gobiernan con un timón pequeñísimo y siguen el rumbo que quiere el piloto. Eso pasa con la lengua: como miembro es pequeño, pero puede alardear de muchas hazañas. Mirad cómo una chispa de nada prende fuego a tanta madera. También la lengua es una chispa; entre los miembros del cuerpo, la lengua representa un mundo de iniquidad, contamina a la persona entera, pone al rojo el curso de la existencia, y sus llamas vienen del infierno. Toda especie de fieras y pájaros, de reptiles y bestias marinas, se pueden domar y han sido domadas por el hombre; la lengua, en cambio, ningún hombre es capaz de domarla: es dañina e inquieta, cargada de veneno mortal; con ella bendecimos al que es Señor y Padre; con ella maldecimos a los hombres, creados a semejanza de Dios; de la misma boca salen bendiciones y maldiciones. Eso no puede ser, hermanos míos.
Palabra de Dios
Salmo
R/. Tú nos guardarás, Señor
Sálvanos, Señor, que se acaban los buenos,
que desaparece la lealtad entre los hombres:
no hacen más que mentir a su prójimo,
hablan con labios embusteros y con doblez de corazón. R/.
Extirpe el Señor los labios embusteros y la lengua fanfarrona
de los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
nuestros labios nos defienden,
¿quién será nuestro amo?» R/.
Las palabras del Señor son palabras auténticas,
como plata limpia de ganga, refinada siete veces.
Tú nos guardarás, Señor,
nos librarás para siempre de esa gente. R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Padre Santo, quiero atesorar tus palabras en mi corazón, quiero contemplar, escuchar y seguir a tu Hijo, cúbreme con la sombra de tu Espíritu y concedeme habitar siempre junto a ti. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 9, 2-13
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Estaban asustados, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Éste es mi Hijo amado; escuchadlo». De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos». Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos». Le preguntaron: «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?». Les contestó él: «Elías vendrá primero y lo restablecerá todo. Ahora, ¿por qué está escrito que el Hijo del hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado? Os digo que Elías ya ha venido, y han hecho con él lo que han querido, como estaba escrito”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El misterio de la transfiguración es una epifanía, es como si las compuertas celestes se abrieran por un momento para revelarle a los hombres la gloria y el plan divino. La Trinidad se hace misteriosamente sensible a tres hombres. El Padre hace escuchar su voz, el Hijo deja ver su luz y el Espíritu Santo les hace sentir su sombra.
Jesús se transfiguró delante de ellos, es decir, cambió de forma delante de ellos, quizá como una prefiguración de lo que sería su transubstanciación, es decir, su cambio de sustancia, en la Eucaristía. En la transfiguración sus vestidos se volvieron en un blanco deslumbrador, en la transubstanciación: su cuerpo, alma y divinidad se transforman en un blanco deslumbrador de amor en forma de pan.
Moisés y Elías aparecen para conversar con Jesús. La Ley y los profetas son como indicadores de un camino que lleva a la salvación. Moisés y Elías vivieron sus vidas terrenas siendo indicadores de un camino que no conocían personalmente. Es hasta este momento que la Ley, representada por Moisés, y los profetas, representados por Elías, se encuentran personalmente con Jesús: el camino, la verdad y la vida. La Ley y los profetas conversan con su razón de ser, culmen y meta.
El milagro puntual de la transfiguración, por muy extraordinario, es una prefiguración del maravilloso milagro de la presencia perenne de Dios en la Eucaristía.
Yo quiero subir todos los montes para estar con Jesús. Yo quiero hacer la experiencia de Pedro, y decir desde el fondo de mi corazón, ¡qué bien se está aquí! Yo quiero seguir el camino de la salvación y encontrarme con mi razón de ser, mi culmen y mi meta.
«Transformados por la presencia de Cristo y del ardor de su palabra, seremos signo concreto del amor vivificante de Dios para todos nuestros hermanos, especialmente para quien sufre, para los que se encuentran en soledad y abandono, para los enfermos y para la multitud de hombres y de mujeres que, en distintas partes del mundo, son humillados por la injusticia, la prepotencia y la violencia». (S.S. Francisco, Ángelus del 6 de agosto de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hacer una visita al Santísimo Sacramento o una comunión espiritual, donde agradezca el inmenso regalo de la presencia de Dios en la Eucaristía.