GOTAS DE ESPERANZA
San Pedro Mártir, hijo de padres herejes († 1254), frecuentaba las escuelas de primera enseñanza, en las que había aprendido el credo, que rezaba frecuentemente para no olvidar ningún artículo de fe. Un tío suyo, también hereje, le paró un día y le preguntó:
— ¿Qué has aprendido en la escuela?
— El credo.
El tío, lleno de indignación, le amenazó diciendo que no se debe creer nada de cuanto está en el símbolo apostólico. N o obstante, el niño seguía haciendo su profesión de fe íntegramente. Se hizo religioso dominico y empleó su combativa vida defendiendo la religión, hasta que los enemigos de la fe católica juraron matarle.
Asaltado un día por un sicario que le hirió en la cabeza con la espada, tuvo tiempo de rezar todo el credo antes de expirar. Y, queriendo sellar su fe con sangre, escribió la palabra «credo» en el suelo con un dedo mojado en la propia sangre que derramaba a chorros.