CONOCER A MARIA
LA COMUNIÓN DE MARÍA CON JESÚS
Te bendigo y te alabo y con todas mis fuerzas me encomiendo a tí, Santa e Inmaculada Virgen, por tu dolorosa presencia junto a la cruz de Jesús, donde abrumada y afligida te detuviste por largo tiempo, atravesada por una espada de dolor, según la profecía de Simeón (Lc 2,35); por las abundantes lágrimas derramadas; por la gran fidelidad e inefable coherencia que demostraste a tu Hijo en su extrema necesidad, cuando estaba por morir por el inmenso dolor de tu corazón; por el sufrimiento más lacerante en el momento de su muerte; por la palidez de su aspecto, cuando lo viste pender muerto delante de ti.
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