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Historias y anécdotas

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Dice un cuento indio que había una aldea en la que todos eran ciegos. No se sabe cómo, un día entró en la aldea un elefante. Los ciegos habían oído mucho de este animal, pero ninguno se lo podía imaginar. Todos se apiñaron en torno suyo e iban tentándole. Uno le cogió la trompa y exclamó: — ¡Interesantísimo!

Era el primero y único hijo de una piadosa señora. Antes de nada lo había consagrado al sagrado corazón de Jesús. Fue creciendo, y como tantas veces había oído decir a su madre que era el hijo del sagrado Corazón, él no se daba más que este nombre. Cuando se le preguntaba cómo se llamaba, respondía:

Igual que hay diferentes formas de esta demencia, que es desorden de la razón, hay también diferentes formas de esta locura peor que es el pecado. En un manicomio hay diferentes formas de enajenación, y así, el mundo entero es un vasto manicomio, en el que sus habitantes, bastante sagaces en asuntos de este mundo, están

Cromacio gobernador de Roma en los tiempos del emperador Diocleciano, cayó enfermo y recurrió a san Sebastián, que hacía milagros, para que le curase. San Sebastián le aseguro la curación, pero a condición de que creyese en Jesucristo e hiciera pedazos los ídolos que tenía en su casa. - Lo haré-, respondió Cromacio. Pero los dolores seguían. Entonces

En cierta ocasión, un muchacho le preguntó a su maestro qué era el pecado y qué efecto dejaba en el alma. El sabio maestro le dijo que cogiera una tabla y que cada vez que cometiese un pecado clavase un clavo en la tabla y por cada acción buena que realizase, sacara uno. Cuando ya no

Cuentan que una niña pequeña, que tenía muy mal genio, colgó una rabieta tal que le arrancó el pelo a su niñera y le escupió en la cara. Su mamá, que era bastante blanda con la niña, en lugar de castigarla, le dijo que era el demonio quien había hecho todo eso. A lo que la

Era el primero y único hijo de una piadosa señora. Antes de nada lo había consagrado al sagrado corazón de Jesús. Fue creciendo, y como tantas veces había oído decir a su madre que era el hijo del sagrado Corazón, él no se daba más que este nombre. Cuando se le preguntaba cómo se llamaba, respondía: