Image Alt

Historias y anécdotas

  /  Historias y anécdotas (Page 37)

"¿El reloj iba atrasado?" ¿Sabes qué contestó Washington a un empleado, que alegó la misma excusa, al llegar tarde? -"Entonces no hay más remedio, o usted ha de comprarse otro reloj, o yo he de buscar otro empleado."  

Fue en un Cónclave. Los cardenales estaban dudosos entre tres candidatos que sobresalían, uno por la santidad, otro por su elevada cultura, y el tercero por su sentido práctico. A la decisión puso fin un cardenal diciendo: "Es inútil titubear más. La solución ya nos la ha dado San Bernardo. ¿Que el primero es santo?; pues

Es famosa la leyenda de un rey árabe: propuso a uno de sus súbditos que eligiera entre estos tres males, los tres espantosos: matar a su esposa, envenenar a sus hijos o embriagarse. - Prefiero embriagarme— contestó, creyendo que era el mal menor. Y la leyenda asegura que, perdida la razón, asesinó a su esposa y envenenó a

Estaba Francisco de Asís con sus discípulos en Rivo Torto. Era de noche. Dormían todos cuando, a medianoche, fueron despertados por los quejidos de un hermano: "¡Muero! ¡Muero!", "¿Por qué?", le preguntó el santo. "Muero de hambre". Entonces Francisco mandó que se pusiera a la mesa, y tanto él como los demás hermanos comieron con el

Se presentó una vez a un párroco una señorita que deseaba casarse. El párroco, como era su obligación, le preguntó la más importante de la doctrina cristiana, y comenzó par las misterios de la fe:   — Usted, señorita, sabrá cuáles son las personas de la santísima Trinidad. — ¡Oh, imagínese —contestó ella—; esta es muy fácil

Se lee en los Anales de la Propagación de la Fe que un misionera de China, después de haberse desgañitado en la enseñanza del catecismo a unos cuantos niños, preguntó a algunos si habían entendido algo. El primero respondió ingenuamente: — Sí; me he dado cuenta de que su nariz es muy larga.   El segundo dijo: — Padre,

«Un hombre fue a sembrar a su campo. Una parte de la semilla cayó en el camina y fue pisoteada par los viandantes; otra cayó entre piedras y, apenas nacida, se secó porque no había humedad; otra cayó entre espinas, que la ahogaron. Una parte cayó en terreno bueno, y nació y fructificó en ciento por

En 1898 fueron ejecutadas dos criminales, que murieran del todo arrepentidos. El domingo siguiente, el padre Carixell, S. J., que había asistida a los reos, explicó el catecismo en la iglesia de la compañía. Se le acercó una mujer enlutada con dos niños, de 5 y 7 años de edad, y le dijo: — Yo soy la madre