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Historias y anécdotas

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El célebre orador griego Demóstenes († 322 a. C.) hablaba una vez a la multitud sobre el amor a la patria. Desplegaba, acalorado, toda su elocuencia para persuadir y conmover al auditorio, cuando se dio cuenta de que nadie le prestaba atención: uno bostezaba, otro charlaba, el de más allá se dormía. Entonces interrumpió su serio

Entre millares de cristianos llevados al martirio en Armenia, tenemos el ejemplo de un niño de doce años. Cogido por los turcos y tentado con lisonjas a apostatar de la fe de Jesucristo, respondió resueltamente: — ¡No quiero! Le amenazaron con cortarle una mano, a lo que él dijo: — Aquí la tenéis: haced vuestro oficio. Y aquellos bárbaros se

Dos hombres se divertían en el campo. Uno de ellos vio a lo lejos un globo en el aire y lo dijo al compañero. Pero éste, que era miope, negó el. hecho sólo porque no lo veía. Entonces el otro exclamó: «Si la naturaleza te ha dado vista para ver solamente a corta distancia, ¿cómo puedes

En Argonne (Francia), después de un duro combate, un herido que se había arrastrado con otros cuatro hasta las paredes de una casa medio derruida dijo a la enfermera que se acercó a curarle: «Yo sé que usted tiene fe. Yo no la tenía, pero lo que acabo de ver hoy me ha convertido. Mire usted —añadió

En la protestante Inglaterra, un misionero católico predicaba a muchos niños sobre la sagrada eucaristía. Uno de los pequeños se conmovió al oír que Jesús nos ama y nos hace tantas gracias, y a la mañana siguiente se levantó temprano, corrió a la iglesia y se acercó al altar. No pudiendo llegar hasta el tabernáculo, porque era

A una niña se le murió su hermana. Una vez en que la llamaba entre sollozos, sus padres le mostraron el cielo azul y le dijeron: — Está en el cielo. Cierto día iban por la calle los padres con la pequeña cuando ésta vio a un hombre que vendía globitos. La niña suplicó a sus padres que

Un santo monje, muriendo, decía a sus compañeros que estaban en torno al lecho: «He aquí que ha terminado el breve plazo de mi padecer. Ahora me sucede a mí como a quien va al mercado, que con poco dinero compra mucho. Yo he pasado pocos padecimientos y con ellos he conquistado una inmensa riqueza: ¡la

San Agustín, obispo de Hipona († 430), tenía idea de escribir un tratado sobre la felicidad del cielo, pero, espantado ante la dificultad de la empresa, quiso antes aconsejarse con san Jerónimo, doctor de la Iglesia, que se hallaba en Belén. Estando con La pluma en la mano para comenzar la carta que había de enviar

En 1969, con una población de seis millones y medio de habitantes, había aproximadamente 800 sacerdotes y más de 2,000 religiosas trabajando en la isla. La situación en 1992 está así: Siete diócesis, con 219 sacerdotes y 329 reli­gio­sas, cargan sobre sus hombros la difícil tarea de la evangelización para ll millones de cubanos; tocándole un