GOTAS DE ESPERANZA
Una mañana, mientras se celebraba la santa misa en la capilla real de Luis IX, rey de Francia, se dejó ver Jesucristo a todos, en la hostia consagrada, en forma de un hermosísimo niño. Los cortesanos corrieron a dar la noticia al rey, invitándole a que fuera a ver el milagro.
Luis, sin inmutarse, respondió: «Que vayan a ver a Jesús en la hostia los que dudan de su real presencia; yo creo ya en este milagro más que si lo viera con mis propios ojos.» Y no se movió. ¡Qué fe más viva!
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