Lecturas del Martes de la 5ª Semana del Tiempo Ordinario
Primera lectura
En aquellos días, Salomón, en pie ante el altar del Señor, en presencia de toda la asamblea de Israel, extendió las manos al cielo y dijo: «¡Señor, Dios de Israel! Ni arriba en el cielo ni abajo en la tierra hay un Dios como tú, fiel a la alianza con tus vasallos, si caminan de todo corazón en tu presencia. Aunque, ¿es posible que Dios habite en la tierra? Si no cabes en el cielo y lo más alto del cielo, ¡cuánto menos en este templo que he construido! Vuelve tu rostro a la oración y súplica de tu siervo Señor, Dios mío, escucha el clamor y la oración que te dirige hoy tu siervo. Día y noche estén tus ojos abiertos sobre este templo, sobre el sitio donde quisiste que residiera tu nombre. ¡Escucha la oración que tu siervo te dirige en este sitio! Escucha la súplica de tu siervo y de tu pueblo, Israel, cuando recen en este sitio; escucha tú, desde tu morada del cielo, y perdona.»
Palabra de Dios
Salmo
R/. ¡Qué deseables son tus moradas,
Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo. R/.
Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío. R/.
Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Fliate, oh Dios, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido. R/.
Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados. R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, ayúdame a vivir en la verdad ante ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 7, 1-13
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas). Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?». Él les contestó: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos’. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres». Y añadió: «Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición. Moisés dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’ y ‘el que maldiga a su padre o a su madre tiene pena de muerte’; en cambio, vosotros decís: Si uno le dice a su padre o a su madre: ‘Los bienes con que podría ayudarte los ofrezco al templo’, ya no le permitís hacer nada por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con esa tradición que os trasmitís; y como éstas hacéis muchas».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Sólo cuando vivimos en la verdad ante el Señor, y le exponemos las cosas que se agitan en nuestro corazón, nuestra relación con Él es sincera. ¿Ayuda a Dios que se le adore con los labios? ¿Cuándo nos daremos cuenta por fin de que el Señor quiere lo que realmente mueve nuestro corazón? Una confesión de amor no es sincera si lo que se dice con los labios no sale del corazón. Por eso nuestra relación con el Señor debe ser fuerte, debe ser real y verdadera. No se trata de cumplir las normas sólo porque son la tradición. Se trata de amar. Sin amor, la ley se cumple en vano. Sin amor, la palabra en mi boca permanece muerta. Sin la conexión de los corazones, no hay relación y no hay encuentro con Él. Pero si confieso con mi boca lo que sale de mi corazón, entonces mi palabra es agradable al Señor porque vivo en la verdad ante Él, en unión con Él.
«Es vano pensar en poder corregirse sin el don del Espíritu Santo. Es vano pensar en purificar nuestro corazón solo con un esfuerzo titánico de nuestra voluntad: eso no es posible. Debemos abrirnos a la relación con Dios, en verdad y en libertad: solo de esta manera nuestras fatigas pueden dar frutos, porque es el Espíritu Santo el que nos lleva adelante». (S.S. Francisco, Catequesis del 21 de noviembre de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pasa un momento hoy con Jesús diciéndole realmente lo que hay en tu corazón. Cuéntale todo, incluso lo que te asusta o lo que preferirías ocultar. Ponlo todo en sus manos.