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agosto 2024

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Si pudiésemos cada mañana levantarnos con la mirada llena de paz y alegría, esperando este nuevo día con la gran esperanza de sabernos que en medio de las situaciones que nos tocará vivir, las oportunidades para enriquecernos, ser felices y hacer felices a los demás, serán muchas.  La vida es un gran don que no podemos

Con la confianza puesta en Dios, se dirigió Rodolfo de Habsburgo contra las fuerzas cuatro veces superiores de su enemigo, Otokar de Bohemia. Mientras las fuerzas de éste clamaban: «¡Praga, Praga! », Rodolfo hizo que las suyas invocaran: «¡Cristo, Cristo! », y así ganó la gloriosa victoria de Jedenspengen (1278). La confianza en Dios es una saeta que

Dios es buen pagador, y ni un vaso de agua deja de pagar si se da con misericordia. Tened muy fija esta esperanza siempre que os cueste trabaja practicar la virtud. ¿Recordáis la historia del viejo anacoreta? Un santa anacoreta tenía lejas de su chaza la fuente de la que cogía el agua. Fatigada par la vejez y

Ahí tenéis a un hombre cubierto con todos los sufrimientos que pueden caer sobre una vida humana. Ahí le tenéis, semejante a un leproso; desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza, no es más que una llaga, yen cada llaga un dolor espantoso. Algo que roe sus carnes vivas como gusanos que

¿Sabéis par qué motiva los creyentes miran con tranquilidad la misma muerte? Parque en medio de la oscuridad brilla el rayo de la esperanza. Es una noche oscura. En el vapor «Principessa Mafalda», que navegaba por el Océano, se abre una grieta, salta la caldera y mil doscientos pasajeros miran espantados la muerte, que se acerca. Durante unas

San Carlas Borromeo, para tener la muerte ante la vista, la hizo pintar en un ángulo de su palacio por donde paseaba frecuentemente. El pintar la representó de la manera acostumbrada, con una guadaña en las manos. — ¿Por qué ponéis a la muerte una guadaña? —preguntó el santa. — Porque siega a los vivas —le contestó el pintor

Un párroco visitó en una ciudad populosa a un mendiga al cual había dada ya cuantiosas limosnas. Le encontró en su miserable habitación, con un compañera, haciendo un plan de reforma de la lotería que quería presentar al ministerio.   . — ¿Cómo? —exclamó el párroco, sorprendido—, ¿Jugáis a la lotería? — Naturalmente —contestó el hambre—, algo hemos de

Un párroco visitó en una ciudad populosa a un mendiga al cual había dada ya cuantiosas limosnas. Le encontró en su miserable habitación, con un compañera, haciendo un plan de reforma de la lotería que quería presentar al ministerio.   .  ¿Cómo? exclamó el párroco, sorprendido, ¿Jugáis a la lotería? Naturalmente contestó el hambre, algo hemos de tener de