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febrero 2024

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La blasfemia es un pecado gravísimo que sólo la ignorancia puede excusar. En el Levítico se nos narra cómo en el pueblo de Israel se castigaba al reo de blasfemia: Un hombre de padre egipcio riñó en el campo con un israelita y maldijo el nombre de Yahvé. Fue encarcelado hasta que Moisés, de parte de Yahvé,

Un labrador de Albujón (Murcia), furioso por un gran temporal que le había destruido la cosecha, empezó a blasfemar coma un energúmeno y, no contento ya con las palabras, pasó a las obras. Tomó su carabina, la cargó y empezó luego a descargada contra el cielo. Había disparado algunos tiros cuando, repentinamente, quedó mudo, con los brazos

En una hostería de una villa suiza, un joven llamado Juan Ritter se las daba de blasfemar más que nadie de los allí presentes y, acometiendo a cualquier compañero, lanzaba las más horribles blasfemias. Todas los presentes permanecían aterrorizadas cuando, de súbita, nadie pudo oír ya más su voz: el infeliz gesticulaba y agitaba la lengua, pero

Se quiere construir una sociedad sin Dios, y sin Dios, el hombre no tiene futuro, y las consecuencias ya las estamos sufriendo y experimentando. Dios es el futuro de nuestra vida, a nivel personal y a nivel social. Si quitamos a Dios de la existencia humana, el hombre se queda sin horizonte, efectivamente, pierde el piso.

En el interior del ser humano es donde se enfrenta la vida y se eligen las actitudes. Una vida llena de sentido es la que contesta cada mañana a la pregunta ¿Vale la pena el día de hoy? con "sí" entusiasta, porque responde pensando en un alguien. El sentido de la vida se descubre cuando se ve

El mayor don en la vida es dar lo que tienes, no hay mayor amor que dar la vida, lo mucho o poco que tengas; pero algo que tengamos que compartir. Quien da más, más recibe.   Los hombres creemos que guardando lo que tenemos, lo haremos crecer; en la vida cristiana esto se llama egoísmo, nos

Martes, 27 de febrero de 2024 Primera lectura Lectura del libro de Isaías (1,10.16-20): OÍD la palabra del Señor, príncipes de Sodoma, escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra. «Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Dejad de hacer el mal, aprended a hacer el bien. Buscad la justicia, socorred al oprimido, proteged el derecho del huérfano, defended a la viuda. Venid entonces, y discutiremos —dice el Señor—. Aunque