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junio 2024

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ORACIÓN PARA EL AMOR Y LA ALABANZA DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA Tú eres la honra del cielo, el gozo y la dicha de todos los santos, la almohada revestida de oro del Santo de los santos, el alborozo y la expectación de los Padres antiguos. Por tu intermedio, Madre bendita y Virgen elegida de singular manera,

ORACIÓN PARA EL AMOR Y LA ALABANZA DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA Si así no fuera, ¿cómo podría infundirse en los miserables y en los pecadores una dulzura tan intensa en el consuelo, y cómo podría comunicarse tanta esperanza de perdón? Por otra parte, tú no podrías ser menos, ya que llevaste en tu seno durante nueve

ORACIÓN PARA EL AMOR Y LA ALABANZA DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA Virgen María, rosa de oro, toda suave y bella, ruego que lleguen a ti mis oraciones, que elevo con insistencia. Por medio de ellas yo golpeo a la puerta de tu morada en la casa del Señor, confiado en tu generosa misericordia ahora y en

ORACIÓN PARA EL AMOR Y LA ALABANZA DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA El hijo. Te ruego, benignísima Madre de Dios, Virgen María, que te dignes manifestarme ahora y por siempre a mí, tu pobre y débil servidor, tu misericordia y tu suavísima caridad, de las que estuviste siempre colmada, y tu me inocules en lo más profundo

Monseñor Dupuy, obispo de Argel, fue llamado un día a. visitar a una enfermita pobre que hacía meses guardaba cama consumida por la fiebre de una horrible úlcera en el pecho. — Hija  mía —le dijo el prelado—, ¿cómo puedes aguantar tan terribles dolores? — Mirad, señor: —contestó la enfermita señalando un ventanuco entreabierto—. Este trocito de cielo que

Yendo de caza, dos nobles caballeros encontraron a un ermitaño que en una miserable choza llevaba una vida muy penitente, y le preguntaron: — ¿Cómo te arreglas para poder estar aquí? ¿No experimentas melancolía y malestar? Respondió el ermitaño: — ¡Oh, sí que lo experimento!, pero cuando sufro o estoy triste voy a aquella ventana —y señalaba la de

Cuando Pirro, rey de Epiro, uno de los más grandes capitanes de la antigüedad, oyó a sus embajadores ponderar la magnificencia y el poderío de Roma, exclamó: — Pero, ¿acaso en Roma no hay imperfecciones y defectos? — Sí —respondieron los embajadores—, hay uno, y éste, grandísimo: ¡también se muere en Roma! — Aunque así sea, vayamos —dijo Pirro—;

El locutor de la C. E. G. hablaba un día al público sobre el cielo. — Mirad —decía el chistoso preguntón—, lo que más me fastidia es pensar cómo voy a ponerme la camisa sobre las alas. — No te preocupes, amigo, pues tu dificultad va a ser la de ponerte los pantalones sobre la cola.

Uno que visitó la magnífica catedral de Diakevar (Croacia) se encontró a la salida con un pordiosero miserablemente vestido. El turista, poco amigo de la Iglesia, le preguntó: — Oiga, ¿qué piensa usted del lujo que hay allá dentro, en el interior del templo?  

Cierta vez estaba una madre haciendo dormir a su hijo en la cuna, cuando éste le preguntó: — Mamá, cuando los niños van al cielo, ¿cómo duermen, en una cuna o en los brazos de Dios? — Hijo mío, en el cielo todos dormiremos en los brazos de Dios.