AVARICIA
HUNDE A LOS HOMBRES EN LA RUINA Y PERDICIÓN 1 Timoteo 6,9 Los que quieren enriquecerse caen en la tentación, en el lazo y en mu- chas codicias insensatas y perniciosas que hunden a los hombres en la ruina y en perdición.
AVARICIA
Eclesiastés 5,9 Quien ama el dinero, no se harta de él; y para quien ama riquezas, no bastan ganancias. También esto es vanidad. Isaías 5,8 ¡Ay, los que juntan casa con casa, y campo a campo anexionan, hasta ocupar todo el sitio y quedarse solos en medio del país! Isafas 33,6 Sean tus días estables; la riqueza que salva
AVARICIA
Eclesiástico 14,3- 19. Proverbios 28,22 El hombre de malas intenciones corre tras la riqueza, sin saber que lo que viene es la indigencia.
AVARICIA
I Pedro 2, 18 Criados, sean sumisos, con todo respeto, a sus dueños; no sólo a los buenos e indulgentes, sino también a los severos. 19 Porque bella cosa es tolerar penas, por consideración a Dios, cuando se sufre injustamente.
ACATAR LA AUTORIDAD CIVIL
Romanos 13, 1 y siguientes. Tito 3, 1 Amonéstalos que vivan sumisos a los magistrados y a las autoridades, que los obedezcan.y estén prontos para toda obra buena
AUTORIDAD
2 Corintios 10,8 Y aun cuando me gloriara, excediéndome algo, respecto de ese poder nuestro que el Señor nos dio para edificación de ustedes y no para ruina, no me avergonzaría. 2 Corintios 13, 1 O Por eso les escribo esto ausente, para que, presente, no tenga que obrar con severidad conforme al poder que me otorgó
GOTAS DE ESPERANZA
Claudio Bernard, francés, llamado «el pobre cura», se estremecía al oír una sola blasfemia. Un arriero le encontró una vez por el camino y le dio un solemne bofetón, blasfemando al mismo tiempo. — Hermano —le dijo el santo cura —, deme otro, mas deje la blasfemia.
GOTAS DE ESPERANZA
Cuenta san Gregario Magno que en sus tiempos había en Roma un niño de unos 6 años de edad que blasfemaba como un demonio por la menor cosa que le hiciesen. Un día, mientras su padre le tenía en sus brazos, el niño blasfemo gritó, temblando todo él: — Padre, defiéndeme, pues veo venir un animal que me
GOTAS DE ESPERANZA
Uno de los faraones de Egipto envió al sabio de la antigüedad Pitaco un animal destinado a servir de víctima en el sacrificio, con la súplica de que le devolviese la parte más valiosa y la parte más mezquina. El sabio le devolvió la lengua, con la observación de que ésta es la parte más valiosa