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enero 2023

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Las pequeñeces tienen un poder enorme en la vida moral. Napoleón tenía un talento soberano y habría podido servir muchísimo a la humanidad. Pero le hizo tropezar y causó su propia perdición un solo defecto: su vanidad sin medida.

Alcibíades, dijo en una ocasión con orgullo ante su maestro Sócrates cuántas haciendas y tierras tenía en las cercanías de Atenas. Sócrates sacó un gran mapa: "Muéstrame, ¿dónde está Asia?" Alcibíades mostró un gran continente. "Bien, y ahora, dónde está Grecia?" Y también se la mostró, pero ¡qué trozo de tierra más pequeño en comparación de

Huyendo Napoleón de la desastrosa derrota de Waterloo, se hospedó una noche en una humilde posada sobre cuyas negruzcas paredes se veía un retrato de Luis XVI. — ¿Quién es éste? — preguntó a la posadera. — Nuestro rey — respondió ella. Hacía tiempo que el rey y toda la familia real, habían sido decapitados, hacía tiempo que Napoleón,

Conocéis a ese gran emperador que conquistó Grecia, Persia, Arabia, Egipto. La tierra tembló en su presencia, pero la muerte no le tuvo compasión. Murió Alejandro Magno, y cuatro viejos generales cargaron su cadáver, encerrado entre cuatro tablas. Y otro viejo gene­ral que los seguía, señalando con la las cercanías de Atenas. Sócrates sacó un gran mapa: "Muéstrame,

El avestruz al ser perseguido por los cazadores corre enloquecido y huye, cuando con su fuerte pico podría despedazar a sus seguidores; y, al pararse, agotado por la carrera, esconde  la cabeza en la arena y tal vez dirá: "Ahora ya no hay peligro, sencillamente porque no lo veo".  

Los normandos atacan Irlanda. Las canoas se deslizan por el mar repletas de guerreros. Hay que darse prisa antes de que en la isla preparen la defensa. El cau­dillo normando promete que el primero que toque con su mano la tierra de Irlanda recibirá en galardón el condado más próximo. O'Neill, el gran guerrero, jura ser el

El 22 de septiembre de 1622 fueron martirizados en el Japón cincuenta y dos cristianos, entre los que había una madre con su hijito de cuatro años de edad, llamado Ignacio. Había sido bautizado hacía un año por el padre Spínola, quien aguardaba la muerte también, dirigiendo a los condenados sus últimas recomen­daciones. Spínola percibió a la